martes, 20 de julio de 2010

Epicondilitis


La epicondilitis o “codo de tenista” es una entesitis de inserción común proximal de la musculatura extensora-supinadora en el epicóndilo, provocada por la sobreutilización originada en trabajos manuales o determinados deportes. El músculo principalmente afectado suele ser el origen del extensor carpi radialis brevis y en un tercio de los casos se acompaña de la lesión del extensor digitorum comunis.



Este tipo de lesiones suelen denominarse de forma errónea como “tendinitis” pese a encontrarse en los estudios histológicos un escaso número de macrófagos, linfocitos y neutrófilos. Habitualmente se objetivan con mayor frecuencia abundantes fibroblastos, hiperplasia vascular y fibras colágenas dispuestas de forma desorganizada, que corresponden más a un cuadro de degeneración angioblástica que a un proceso inflamatorio, por lo se encuadran de forma más correcta como “tendinosis”.

Los pacientes presentan dolor a nivel del epicóndilo o la epitróclea al forzar el movimiento del ramillete muscular afectado, que se irradia desde el codo a la muñeca siguiendo el recorrido de las vainas musculares, sobre todo cuando se hace contrarresistencia. Los casos más evolucionados se acompañan de pérdida de fuerza muscular.



El diagnóstico es fundamentalmente clínico y las pruebas de imagen complementarias solo son necesarias para descartar otras patologías que originen dolor en el codo y se irradien a la muñeca, como las neuropatías compresivas.
La mayor parte de los casos responden al tratamiento conservador mediante reposo relativo, frio local, compresión con ortesis de descarga, elevación del miembro, los fármacos antiinflamatorios no esteroideos, la mesoterapia y las terapias de electromedicina (ultrasonidos, ondas de choque, la estimulación eléctrica o la iontoforesis).

Las infiltraciones locales con anestésico y corticoides resultan útiles para disminuir el dolor, sin embargo su duración es temporal y pueden originar complicaciones como roturas tendinosas o atrofia cutánea. No se han encontrado efectos beneficiosos más allá de la reducción del dolor durante las seis primeras semanas con una recurrencia a los tres meses de la inyección intratendinosa de esteroides. 

Las tracciones repetidas han demostrado tener un efecto beneficioso sobre el grosor y la resistencia del tendón. Los programas de ejercicios contraresistencia constituyen un elemento indispensable en el tratamiento rehabililitador precoz de esta patología. Su progresión se ajusta a cada paciente y debe ser supervisada por un fisioterapeuta.


La cirugía se reserva para los pacientes que no evolucionan de forma satisfactoria con el tratamiento conservador por un periodo mínimo de 3 meses. El objetivo del tratamiento es revitalizar y desbridar la zona de degeneración tendinosa. Se genera un tejido granulación a partir del hematoma local que, junto a la disminución de presión en la inserción, estimula la neovascularización y la curación de los tejidos afectados. Se puede realizar de forma abierta, percutánea o artroscópica, pero no existe suficiente evidencia científica que objetive la superioridad de ninguno de ellos.



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